Como a toda buena civilización de la antigüedad -de hecho, es la que sigue causando más fascinación e interés- a la egipcia no podía faltarle la existencia de un laberinto. Esas construcciones ciclópeas que tanto se repiten en las creaciones mitológicas de los pueblos del mediterráneo era dónde se ponía en el más extremo de los apuros a los héroes para probar su astucia e inteligencia. Al formar parte de ese corpus mitológico podían tratarse simplemente de hipérboles literarias de construcciones reales -caso del palacio de Cnossos en Creta- que, si bien es verdad, presentan una organización laberíntica del espacio.
El miedo a lo desconocido, a lo ajeno, a perderse en un mundo lleno de criaturas que pueden dañarnos es lo que acompaña y relaciona a todos los laberintos y culturas de la antigüedad.
El hecho es que en Egipto, la arqueología aún no ha desvelado construcción alguna de ese tipo y mucho menos alguna que ratifique lo descrito por Heródoto (2, 148, 1):
[Unos reyes de Egipto] Decidieron también dejar en común un monumento conmemorativo suyo y, una vez tomada esa decisión, ordenaron la construcción de un laberinto, que se halla algo al sur del lago Meris, aproximadamente a la altura de la ciudad que se llama Cocodrilópolis; (…) Ya las pirámides eran, sin duda, superiores a toda ponderación y cada una de ellas equiparable a muchas y aun grandes obras, pero la verdad es que el laberinto supera, incluso, a las pirámides. Tiene doce patios cubiertos, seis de ellos orientados hacia el norte y los otros seis hacia el sur, todos contiguos, cuyas puertas se abren unas frente a otras, y rodeados por un mismo muro exterior. Dentro hay una doble serie de estancias -unas subterráneas y otras en un primer piso sobre las anteriores-, en número de tres mil; mil quinientas en cada nivel. 5. Pues bien, nosotros personalmente pudimos ver y recorrer las estancias del primer piso y de ellas hablamos por nuestras propias observaciones; de las subterráneas, en cambio, tuvimos que informarnos verbalmente, pues los egipcios encargados de ellas no quisieron enseñárnoslas bajo ningún concepto, aduciendo que allí se encontraban las tumbas de los reyes que ordenaron el inicio de las obras de este laberinto y las de los cocodrilos sagrados. (…) [Las salas de arriba] despertaban un desmedido asombro mientras se pasaba de un patio a las estancias, de las estancias a unos pórticos, de los pórticos a otras salas y de las estancias a otros patios. 7. El techo de todas esas construcciones es de piedra al igual que las paredes; éstas, por su parte, están llenas de figuras esculpidas y cada patio se halla rodeado de columnas de piedra blanca perfectamente ensamblada. Contigua al chaflán en que acaba el laberinto se encuentra una pirámide de cuarenta brazas, en la que aparecen esculpidas figuras de grandes dimensiones; y hasta ella hay un camino subterráneo.
También nos hablan del Gran Laberinto egipcio, Diodoro de Sicilia (Siglo I ANE) en su “Biblioteca Histórica” y Estrabón (64 ANE – 24) en su obra “Geografía”, pero aportando una explicación genérica sin tantas precisiones como Heródoto. Será el romano Plinio el Viejo en el año I quien vuelva a hacer alguna referencia a los mencionados subterráneos, aludiendo que eran “oscuras galerías con columnas de piedra, efigies de dioses, estatuas de reyes y todo tipo de repugnantes efigies.” Cabe preguntarnos el porqué de este vacío literario en los autores más antiguos y la repentina descripción de Plinio. Es posible, que les fuera denegada la entrada a los subterráneos porque allí estaban enterrados los reyes fundadores del laberinto y se realizaban rituales con un significado iniciático o mágico-religioso muy específico, que hacía imposible la entrada de cualquier extranjero. Recordemos que la cultura egipcia no era muy abierta al exterior y eso se pudo traducir en xenofobia cuando el país perdió su independencia a manos de pueblos conquistadores extranjeros. Por otro lado, cuando este autor escribió Roma ya había absorbido toda la legitimidad de la cultura egipcia, convirtiendo este país en un simple granero del Imperio. Es muy posible que en ese momento, el laberinto fuera un mero lugar de paso para los turistas y por ello no se le dio validez ni importancia histórica.
La ubicación del laberinto ha sido un auténtico misterio para los modernos arqueólogos. La descripción de este monumento realizada por Estrabón (17,1,3- 17,37,1-17,1,42), muy similar a la de Heródoto, encaminó a los investigadores hacia un lugar muy concreto del actual Egipto: Hawara. El lago mencionado en los textos fue identificado con el lago Moeris, situado en el oasis de El-Fayum, y la tumba próxima al laberinto, con la pirámide de Amenemhat III, de la XII dinastía (ca. 1.800 ANE) pero en la actualidad se duda de dicha identificación pese a que el lugar no haya sido excavado sistemáticamente más allá de las expediciones del siglo XIX de Richard Lepsius y Sir Flinders Petrie. Las excavaciones de éste último permitieron obtener un plano de los restos encontrados y poder comparar punto por punto, las similitudes y diferencias del edificio con las descripciones de Heródoto y Estrabón. Es lo que llevó a los investigadores actuales a desechar la idea de que se tratase del desaparecido laberinto, del que muchos llegaron a dudar de su existencia.
En febrero de 2008 se organizó una nueva expedición en la región de Hawara dirigida por el controvertido artista e “investigador” Louis de Cordier quien financió el proyecto Mataha (laberinto en árabe) junto a la Universidad de Gante de Bélgica. Su cometido fue escanear mediante geo-radar el área que supuestamente ocupó el legendario laberinto de Egipto. En agosto de ese mismo año, las autoridades egipcias dieron a conocer los resultados de la expedición, con la noticia de que podría convertirse en el mayor descubrimiento de toda la historia. No obstante, los trabajos no fueron continuados y se vieron interrumpidos por la llamada “Primavera Árabe” (errónea denominación debo decir) por lo que no se ha podido comprobar aún la espectacularidad de lo que fue anunciado.
El yacimiento de Hawara, laberinto o no, se encuentra en la actualidad abandonado y en proceso de ruina por lo que le vendría bien que alguien volviera a clamar que se trata del Laberinto egipcio y así retomar el interés por su recuperación y conservación. Sea como fuere, actualmente la situación del país es un poco laberíntica, nunca mejor dicho, por lo que las campañas arqueológicas en éste y otros yacimientos no podrán retomar la actividad investigadora hasta que se consiga dar salida a la inestabilidad socio-política de Egipto.
Y ya no se supo mas al respecto……….
Es cierto. Una pena que no se hayan proseguido las investigaciones. El hecho que no sea una zona de difícil acceso (con vistas a su puesta en valor para el turismo, que es lo promueve el gobierno) y la creciente inestabilidad en la región pueden ser factores claves. Esperemos que el permanecer en el olvido también sea en su beneficio y las arenas la protejan del expolio y los avatares del paso tiempo.
Gracias por tu comentario. ¡Un saludo!
muy cierto
eso, y quizas por varias razones, una podria ser lo costoso que saldria todo, porque, segun se tienen que desviar el lago que pasa por encima del laberinto, y eso costaria muchos millones de dolares y meses e incluso años de espera, y todavia, desenterrar toda la arena de encima (mas de 6 metros de pura arena por encima) y la que este dentro del laberinto, y eso tambien costaria y seria incluso mas tardado
es decir una inversion multimillonaria y de muchos años de espera
quizas por ello no estan interesados, por el altisimo coste y arduo trabajo de por medio
si fuera millonario si lo haria…………