Tucídides y la Guerra del Peloponeso

Tucídides y la Guerra del Peloponeso

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Tucídides fue un historiador y político ateniense perteneciente a una familia aristocrática, lo cual le permitió recibir una buena educación y frecuentar las escuelas filosóficas de su época. Debió nacer con anterioridad al año 454 ANE ya que desempeñó el cargo de estratego en el año 424 ANE, magistratura para la cual era necesario tener más de treinta años. Tal nombramiento se debió al derecho de explotación de unas minas de oro en Tracia, dato que respalda su supuesto origen tracio vinculado al mismo origen del nombre de su padre, Oloro. Fue condenado al destierro durante veinte años por un incidente durante la batalla de Anfípolis (424 ANE). No se sabe dónde pasó esos veinte años, pero durante este período se mantuvo bien informado de los movimientos espartanos y atenieses desde la distancia, lo que permitió estudiar las guerras del Peloponeso (431 – 404 ANE) de la manera relativamente imparcial que se aprecia en su obra pese a tratarse de sucesos contemporáneos.

En su obra se puede apreciar la influencia de las escuelas de sofística y retórica atenienses. Una característica importante de su método de trabajo es su interés por el logos, el discurso persuasivo, presentado generalmente como discurso pronunciado por personajes históricos en situaciones concretas. Se trata de discursos relaborados para su redacción por escrito a partir de su contenido original. Tucídides es el primero en aplicar el método científico a la historiografía en la búsqueda de la verdad y la determinación de la causas de los hechos, diferenciando los motivos auténticos de los pretextos utilizados y mostrándose crítico con respecto a los errores fruto de la tradición oral. Organiza los acontecimientos en función de su relevancia, seleccionando los acontecimientos clave. En ocasiones recurre a un léxico arcaico para huir de la ambigüedad del lenguaje lo que da una cierta complejidad a su obra, por lo que podemos intuir que su obra estaba dirigida a un público culto.

Tucídides supone una gran cambio respecto a Heródoto en la forma de percibir y analizar la Historia. Este salto ilustra un cambió fundamental con respecto a la mentalidad religiosa entre el mundo arcaico y el mundo clásico. Mientras que en la obra de Heródoto los dioses son protagonistas y responsables de los actos humanos, en Tucídides son los propios actos y la actitud de las personas los que condicionan y definen los acontecimientos, sin ningún tipo de intervención divina al respecto. Su estilo brilla por la dureza de construcción, una falta de delicadeza en el estilo que junto a su amaneramiento presenta una gran violencia – Lo que se ha dado en llamar inconcinidad (inconcinitas) de estilo y figuras. Otro principio estilístico es la utilización del paréntesis para añadir explicaciones y la brevedad de sus expresiones, una concisión, que hace que a veces su prosa parezca un telegrama que provoca en el lector la necesidad de ejercitar constantemente la atención. También aparecen algunos ejemplos de la típica construcción arcaica en anillo, la Ringkomposition, considerada la forma más antigua de narrar, heredera directa de la tradición oral. Consiste en narrar de forma rectilínea pero de vez en cuando intercalar excursus, es decir, apartarse temporalmente del tema principal para luego volver a él.

A Tucídides es considerado el segundo padre de la historia ya que a la hora de relatar los acontecimientos lo hace de una manera objetiva e imparcial, rasgo especialmente difícil en su obra ya que analiza hechos históricos contemporáneos. Pese a que supone un claro avance respecto a Heródoto en cuanto a imparcialidad se refiere, no debemos pensar que realizó un estudio del todo científico pues ni siquiera los historiadores de la actualidad consiguen desprenderse totalmente de pequeñas valoraciones personales en sus exposiciones y planteamientos. La utilización del pasado en Tucídides (la Arqueología) está en función de hacer comprensible el presente no en función de buscar la anécdota como ocurre en Heródoto.

Al inicio de su obra, nos introduce la procedencia de los griegos, en la geografía de la península y en las actividades que desarrollaban los habitantes de la Hélade desde el principio de los tiempos. Su intención es la de formar en el lector una base con la que pueda entender y explicar las causas del conflicto entre Esparta y Atenas. Además, expone la razón por la que se decide a escribir su obra y, llevado por el orgullo (el número de los beliegerantes se exagera), no es otra que la de relatar lo que fue “la guerra más grande y más importante del mundo helénico.” Nos lo argumenta con varias apreciaciones:

  1. Fue la primera guerra civil del mundo griego.
  2. Acudieron dos bandos en plenitud de recursos económicos y militares tras veinte años de paz desde las guerras médicas.
  3. Cada bando arrastró consigo a sus aliados, no sólo de la Grecia continental, sino también de las islas, de Asia Menor y de sus colonias como Sicilia y la Magna Grecia.
  4. La duración de la contienda fue excepcional para esos tiempos ya que duró veintisiete años cuando lo normal era que se solventasen en un par de batallas.
Recreación del sitio de Sicilia del 413 ANE
Recreación del sitio de Sicilia del 413 ANE

Se podría decir que en éstos, sus primeros párrafos de sus Historias, busca el origen las posibles causas que originaran un conflicto de tal envergadura entre dos rivales que en ese momento se encontraban con fuerzas equiparadas y que pese a sus diferencias, espartanos y atenienses, gozaban de una cultura y un pasado comunes. Por ello analiza lo que fue conformando con el paso de los siglos, los rasgos de los griegos, el carácter heleno… Para ello se fija en los procesos que han afectado a Grecia en su conjunto: las migraciones, el mar, la localización de las tierras fértiles, las colonizaciones, el reparto de población… dónde se puede apreciar que parte de un modo de investigación muy moderno.

Su relato tiene una intención muy clara desde el primer momento y es la de explicar un proceso: el de conformación del helenismo. Cómo, a raíz de elementos muy variados y dispersos pero comunes a todas las gentes que habitaron Grecia, se desembocaría en dos formas de entender una misma cultura (Esparta y Atenas) que chocarían entre sí para solamente prevalecer una de ellas tras una larga lucha.

Fue el primer autor que se interesó la oposición del YO frente al OTRO, del miedo a lo extraño y lo desconocido. Analizó cómo la inmersión de un factor externo -foráneo, bárbaro (persas)- en un proceso interno (de guerra civil) decantaría la balanza final de su resultado. No sólo del triunfo de uno de los bandos sino en lo que Grecia se convertiría a partir de ese momento y lo que vendría a ser la cultura griega o “helenismo”. Pues sí algo que no tuvo tiempo en descubrir Tucídides fue que lo que confería a Grecia su personalidad era la rivalidad y la bipolaridad cultural reinante entre Esparta y Atenas y que una vez eliminado uno de los elementos, lo que, con tanta insistencia, se había en empeñado en destacar en sus párrafos -el sentido de lo heleno- acabaría por ir diluyéndose, al menos en los términos en los que él lo concebía. Actualmente se cuestiona incluso la existencia de una cultura común a todos los griegos, de algo entendido como heleno dado que el legado que entendemos como cultura griega (la tradición clásica para entendernos) se refiere, casi exclusivamente, al sustrato del predominio que Atenas ejerció al resto de polis griegas durante su período de máximo esplendor (siglo V ANE) -talasocracia ateniense, imperio ateniense, siglo de Pericles o cómo mejor os suene dado que todas guardan discrepancias- coincidente con el preludio de esta “guerra civil” (habría que preguntar a los contemporáneos si la consideraban como tal).

Mapa del desarrollo de la Guerra del Peloponeso
Mapa del desarrollo de la Guerra del Peloponeso

Uno de los puntos que más preocupaban a este historiador fue, precisamente, la contraposición heleno / bárbaro y como en los primeros estadios de la cultura griega no existía como tal “ya que los griegos, a mi parecer, aún no estaban diferenciados en un solo nombre opuesto a aquél” (I, III). Decir que a partir de este historiador, el uso de la palabra bárbaro empezó a cambiar de significado y a emplearse mucho más asiduamente en su nueva forma. De ello se hablará en otra entrada.

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